2/7/12

Interesante definición


El escritor Alberto Galván Tudela, en un interesante estudio antropológico sobre el Carnaval de Santa Cruz de Tenerife, expone que éste “constituye esencialmente el ritual de inversión simbólica por excelencia, entendiendo por ello una serie o conjunto de comportamientos expresivos que invierten, contradicen, ahogan o en cierto modo presentan, una alternativa a los códigos, a los valores o normas sociales establecidos, y supone poner el orden, las relaciones sociales, al revés“. Durante muchas décadas, la celebración de estas fiestas, – precisamente por desarrollarse en la antesala de la Cuaresma cristiana, del ayuno y del recogimiento -, suponía la permisión, por parte del pueblo, de la ruptura sin pudor de cánones morales, la permisión de tolerar la ¿necesidad? de los participantes de ridiculizar, caricaturizar o parodiar situaciones afines y personajes conocidos, con más o menos contundencia, por medio de disfraces o canciones, la trasgresión de las normas establecidas, el protagonismo de la burla, la sátira, el desenfreno o la promiscuidad, el exceso también en lo culinario como preludio del hecho de desterrar la carne para cumplir con la exigida abstinencia cuaresmal, y, en definitiva, una rebeldía popular llevada en volandas a través del disfraz, de la máscara, de los cánticos alegres, de la algarabía y de la broma.